Existen varios motivos por los que se puede ser víctima de un radar. No interpretar de forma correcta las señales de tráfico o apurar la velocidad máxima de una vía son dos ejemplos. Creer que los cinemómetros no funcionan en determinadas circunstancias, como durante la noche, también es una causa frecuente.
Y es que los radares no tienen previsto en ningún momento cesar en su funcionamiento para tomarse un respiro por la noche o mantenerse ausente por haberse ido de vacaciones. Todo lo contrario, los actuales dispositivos que gestiona la DGT vienen provistos de la tecnología necesaria para poder operar las 24 horas del día.
Así multa un radar de noche
Los radares cumplen su objetivo gracias a una tecnología específica que les permite funcionar en condiciones difíciles. Esto se acentúa aún más en radares de última generación, como el Multaradar C o los Velolaser, cada vez más instalados en la red de carreteras de nuestro país.
El sensor de velocidad y la cámara fotográfica son los elementos fundamentales que dan sentido a un radar. A través de la última se captura la instantánea que sirve como prueba posterior que respalda una posible sanción ante un exceso de velocidad cuando supere los límites legales.
Y existe la creencia popular de que algunos radares no son capaces de realizar esa fotografía por ausencia de luz durante la noche. Es falsa, claro. Los radares cuentan con sistemas que permiten compensar por ellos mismos la falta de luz.
Hasta hace poco, los radares utilizaban un flash que se centraba en el vehículo infractor. En concreto, en su matrícula. Sin embargo, en los últimos años ha proliferado un sistema aún más avanzado. Se trata de cámaras que incorporan un sistema de visión infrarroja y, por ende, infalible para capturar la imagen nocturna.
¿Qué tiene que pasar para que un radar falle?
Ante los avances tecnológicos que han forjado los radares que hoy conocemos, resulta muy complicado pensar en que puedan dejar de funcionar de forma correcta. La falta de luz no es, desde luego, un impedimento.
Están diseñados, además, para soportar impactos y condiciones meteorológicas difíciles. Solo temperaturas muy extremas podrían afectar a su funcionamiento. Además, fenómenos como niebla intensa o una nevada copiosa serían candidatas para obstaculizar la captura de fotografías.
Sin embargo, el sentido común nos dice que en estos casos sería todavía más arriesgado superar la velocidad máxima de la vía. La inclemencias climatológicas aumentan la posibilidad de siniestro vial, y son un motivo con suficiente peso como para pensar en disminuir la velocidad.
Los asistentes tampoco duermen
Ante la velocidad es conveniente adoptar una actitud responsable que nos permita asumir los mínimos riesgos al volante. Por eso, resulta muy útil contar con un asistente como Coyote. Si los radares nunca descansan, los servicios que ofrecen los asistentes en seguridad tampoco lo hacen.
Podremos estar tranquilos y más seguros durante nuestra conducción nocturna porque Coyote nos avisará de la proximidad de un radar. Y no solo eso. Las numerosas alertas con las que cuenta el servicio permiten que conozcamos con antelación las posibles complicaciones en la carretera.
Hay que descartar, por tanto, a la noche como una excusa para acelerar el vehículo por encima de los límites de velocidad. Es más, el periodo nocturno es elegido por muchos para realizar sus desplazamientos, lo que origina en determinadas circunstancias riesgos añadidos, como explica la DGT. Los radares colaboran para mantener las condiciones de seguridad vial idóneas, también durante la noche.
Imágenes | iStock/V_Sot, iStock/FooTToo, iStock/Wlad74, e iStock/GummyBone