La conducción eficiente es una actitud al alza entre los conductores. También una forma de ahorrar. Responde al cambio de la movilidad que estamos viviendo. Su objetivo es racionalizar el uso que hacemos de la energía cuando conducimos.
Los consejos para adoptar una conducción eficiente siguen la misma línea de los que nos hacen mejores conductores o más responsables al volante. Y es que, eficiencia, seguridad y sostenibilidad van, inevitablemente, de la mano.
Conducir de forma eficiente no solo es más económico (según el IDAE, podemos reducir en hasta un 15% el consumo de combustible y ahorrar en mantenimiento), sino que también logra que nuestro vehículo genere menos emisiones contaminantes. ¿Qué podemos hacer para adaptar nuestra conducción?
Al arrancar, no pises el acelerador
Las motorizaciones modernas no requieren de esta operación en su arranque. De hecho, a la hora de iniciar la marcha, no es preciso esperar a que el sistema “se caliente”. Los motores de gasolina permiten que nos movamos de inmediato, al igual que los eléctricos. En cuanto a los motores diésel, sí que es conveniente aguardar unos segundos.
Un uso inteligente del cambio de marchas
En lo que se refiere al cambio de marchas, es conveniente atender al número de revoluciones y a la velocidad. El tipo de motorización, diésel o gasolina, también influye en este caso. En los primeros se ha de cambiar entre las 1500 y las 2000 revoluciones por minuto; mientras que en las de gasolina el cambio es más efectivo entre las 2000 y las 2500. Es aconsejable mantener el vehículo en marchas largas, sin que suponga un abuso excesivo para la mecánica o la seguridad cuando se circule en carretera.
Evitar cambios de velocidad bruscos para una conducción eficiente
En la medida de lo posible, mantener una velocidad constante ayuda a que la conducción sea más eficiente. Si, por ejemplo, a la hora de incorporarnos a una autovía aumentamos la velocidad de forma progresiva en lugar de abusar de la aceleración, el consumo del vehículo se verá reducido.
Algo similar ocurre si evitamos sobrepasar ciertos límites de velocidad. Un número elevado de revoluciones, como las propias de circular a más de 100 km/h, eleva bastante el consumo. Asistentes de velocidad y dispositivos como Coyote nos pueden ayudar mucho para cumplir con esta asignatura a la vez que nos previenen de ser cazados por un radar.
Usar el freno motor
A la hora de reducir la velocidad, conviene dejar de acelerar para permitir que el vehículo transite con la marcha engranada (nunca en punto muerto, pues el consumo es mayor y puede comprometer la seguridad). El consumo en esta situación es bajo, y el mismo motor actuará como apoyo al sistema de frenada.
Relacionado con esto, es útil mantener una actitud previsora al volante. De este modo, podremos anticipar situaciones que nos lleven a regular la velocidad hasta, por ejemplo, llegar a un punto donde tengamos que parar el vehículo.
Vigilar la presión de los neumáticos
Circular con la presión de los neumáticos por debajo de lo que marca el fabricante es otro motivo por el que nuestro consumo puede aumentar. Es posible regular la misma en cualquier estación de servicio, siempre con el mínimo recorrido previo del vehículo.
No abusar del climatizador
El sistema de calefacción también repercute en el consumo del vehículo. Es recomendable no hacer uso del aire acondicionado si la temperatura es ya agradable de por sí. Igualmente, no conviene bajar las ventanas de vehículo para aprovechar la mejor temperatura exterior, sobre todo a grandes velocidades, pues merma la aerodinámica.
Contar con un dispositivo Coyote, además, nos ayudará a ser más eficiente gracias a su sistema de alertas que nos avisa de posibles retenciones. ¿Por qué acelerar si en unos minutos quedaremos detenidos? El objetivo no es otro que el de que nuestra conducción sea lo más cómoda y segura posible.
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