Nuestra “fortuna” al volante depende en buena medida de nuestra actitud hacia la conducción. Cuando se califica de “mala suerte” a un evento como un siniestro es necesario preguntarse hasta qué punto estaba en manos del conductor o conductores implicados el haberlo evitado. Es decir, anticipar lo que iba a ocurrir.
La denominada conducción defensiva ahonda en esta idea de seguridad vial blindada gracias a la anticipación y al control sobre nuestro vehículo. Se trata de un ámbito de la educación vial que persigue enseñar a los conductores a adelantarse a situaciones de riesgo. El conductor aumenta así su capacidad de respuesta ante un escenario de peligro o una trampa en la carretera.
Técnicas que definen la conducción defensiva
Desde la DGT, entre otros entes, se lleva tiempo defendiendo las ventajas de este tipo de comportamiento al volante para mejorar la seguridad vial. Para ello se han extendido una serie de prácticas concretas.
Estas, además de fomentar la prevención, aumentan la eficiencia al volante: facilitan como consecuencia directa que ahorremos con consumos más bajos. También contribuyen a que seamos más respetuosos con el medio ambiente al verse reducidas las emisiones contaminantes.
Las recomendaciones para practicar que señala la DGT se refieren a tres áreas: observación, anticipación y separación.
Observación
Se debe potenciar la observación no solo de lo que ocurre justo delante del vehículo, sino más allá. De hecho, cuanto mayor es la velocidad más se aconseja mirar a lo que depara la vía. Del mismo modo, la mirada a los espejos retrovisores ha de dirigirse con frecuencia, girando algo la cabeza para vigilar el ángulo muerto.
Anticipación
En la carretera no se ha de dar nada por hecho. Que un conductor cumpla con las normas de circulación no significa que el resto hagan lo propio. De ahí que el consejo, en este caso, sea desconfiar en situaciones que pueden llegar a ser comprometidas. En caso de intuir un peligro es igualmente recomendable levantar el pie del acelerador. Esto otorga mayor margen de maniobra.
Separación
La distancia de seguridad es un factor clave para evitar accidentes. Se encuentra integrada en la propia naturaleza de la conducción defensiva. En ese sentido desde la DGT apuntan a mantener al menos dos segundos de separación respecto a un punto fijo entre su vehículo y el que antecede.
Una frenada progresiva es otra de las características que definen este tipo de conducción. De este modo, no solo controlamos el espacio que tenemos delante. También nos sirve de maniobra tanto preventiva como defensiva de lo que nos sucede por detrás.
Así potencia Coyote la conducción defensiva
Contar con un dispositivo Coyote es garantía de ejercer una conducción que se anticipa a posibles eventualidades viales. Esto es así gracias a un sistema de alertas que nos avisa con 30 kilómetros de antelación. Esta tecnología nos permite contar con tiempo suficiente para prever situaciones de riesgo que de otro modo no podríamos aventurar.
Esos 30 kilómetros con los que nos avisa Coyote suponen 15 minutos en autovía o autopista y 20 minutos en carreteras convencionales. Un lapso de tiempo suficiente para reaccionar ante alertas como la de un vehículo parado, mal estado del firme, inclemencias climatológicas, retenciones, estrechamientos, radares o incluso accidentes y conductores kamikazes que circulan en sentido contrario.
Propicia una conducción más cómoda y relajada. Al mismo tiempo, nos hace más conscientes de la importancia de la precaución y prevención al volante. De hecho, el fin de la conducción defensiva es que los propios conductores asimilen e interioricen los riesgos que pueden sufrir o causar. Este tipo de actitudes y de la labor de servicios como los que ofrece Coyote contribuyen a reducir la accidentalidad.
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