Brasil es el quinto país del mundo con peores cifras de siniestralidad, con una tasa anual de 18 fallecidos por cada 100.000 habitantes. Pero a pesar de ello, su presidente Jair Bolsonaro ha anunciado tiene la intención de quitar los radares de las carreteras brasileñas. Aunque la justicia de su país ya ha avisado de que tal decisión es difícil de llevar a cabo legalmente (por suerte), repasamos los por qué dejarlos supone una buena idea.
“Los radares son unos sacacuartos”
Es uno de los principales argumentos de los detractores de los radares, reduciendo la presencia de los radares a un supuesto afán recaudatorio por parte de las instituciones. Pero lo cierto es que se persigue un efecto disuasorio en el conductor. Y el sistema funciona, puesto que la velocidad media de un tramo se reduce hasta un 15% con la instalación de radares según varios estudios.
Otro argumento es que los radares están colocados “a traición”, a pesar de que la mayoría se señalizan. Incluso en aquellas vías en las que no parecen necesarios, los radares tratan de cubrir un problema. Si los quitamos, el fenómeno de la homeóstasis del riesgo percibido hace que los usuarios “reequilibren su actitud en función de lo que creen que es el riesgo y no en función del riesgo real”, acelerando.
“Los radares no reducen los accidentes de tráfico”
Bolsonaro niega “una relación directa entre la velocidad y el número de fallecidos”. Pero la hay. Según la DGT, en el 29% de los accidentes el exceso de velocidad fue un factor fundamental, y 4 de cada 10 conductores circulan a una velocidad superior a la permitida.
En cambio, la instalación de radares reduce entre un 14% y un 65% el número de vehículos que exceden el límite de velocidad. De igual forma, en tramos controlados por radar, los accidentes se ven reducidos entre un 8% y un 49%, y los heridos graves y fallecidos entre un 11% y un 44%.
El foco en los accidentes graves o mortales es importante. El radar de velocidad es la única medida de seguridad vial efectiva para reducir los accidentes más graves. En aquellos lugares donde se instalan se ven reducidos en torno al 22%.
“Los radares producen accidentes”
Otra de las declaraciones para justificar la retirada de los radares es que “muchos accidentes se producen por los propios radares”. El presidente brasileño podría estar refiriéndose al conocido “efecto canguro”, fenómeno asociado a los radares señalizados. Consiste en el comportamiento que puede tomar un conductor de desacelerar bruscamente antes de llegar al radar y acelerar de nuevo al dejarlo atrás.
Aunque el radar tiene un claro efecto disuasorio, fenómenos como la homeóstasis del riesgo percibido hace que el radar se convierta en un mero trámite. Además, los conductores pueden exceder más aún la velocidad antes y después del radar por “recuperar” y compensar la “pérdida de tiempo”. En este sentido, el 73,14% de los conductores españoles afirman sentirse libres para superar el límite de velocidad pasados unos 300 metros del radar.
Para evitar este comportamiento se quiere poner en marcha los llamados radares en cascada. Esta medida combina un cinemómetro fijo seguido de uno móvil. De esta forma se penaliza a aquellos conductores que aprietan el acelerador pasado el radar fijo. Pero, en cualquier caso, no existen indicios de que el “efecto canguro” sea causante de accidentes de tráfico o situaciones peligrosas.
La tendencia en España y resto de Europa, a diferencia de Brasil, es la de aumentar el número de radares. Los miembros de la comunidad Coyote tenemos la seguridad de que nuestros dispositivos nos alertan de la ubicación de radares fijos y móviles. Incluso sin la existencia de radares en nuestro trayecto, nuestro dispositivo Coyote nos ayudará a controlar nuestra velocidad avisándonos cuando excedemos el límite.
Imágenes | iStock: phelder2006, R.M. Nunes, Cristiano Babini, Willbrasil21.
En My Coyote | ¿En qué consiste el sistema de radares en cascada que ya usa la DGT?